domingo, 11 de septiembre de 2011

Viento

Una brisa suave soplaba y alborotaba su cabello. Lo miraba siempre. Intentando encontrar aquellos detalles que cada uno de nosotros posee. El morderse una uña, o jugar con su cabello. Yo todavía no encontraba nada de eso, para mí, él siempre será una sombra.
 El sueño de alguien que quiero, el anhelo, los suspiros. Todo es parte de una rutina. ¿Cómo explicarle que está en mis pensamientos incluso cuando no deseo que este allí?  ¿Cómo decirle lo que siento sin que resulte apresurado?
¿Acaso tengo algún derecho? Y lo peor de todo, tener que mentir. Miento cada vez que me habla de la que él está enamorado. Todos los días me pregunto qué es lo que tiene ella que yo no poseo. Es un misterio ante mis ojos. 
Sin embargo las estrellas que miro son las mismas que las de él. Y la esperanza que albergo en mi corazón de que alguna vez se fije en mí son las mismas que él tiene con respecto a esa señorita. Somos tan similares que hasta duele. Duele. Simplemente duele porque le entregué mi corazón a una sombra. A una sombra enamorada de otra.
Así se combinan, la tristeza y la soledad en el aire creando una atmósfera fría, un viento helado que se propaga a lo largo de mi piel. ¿Agua?
No.
Lágrimas. Como tormenta de invierno, lluvia salada con ventiscas, una más helada que otra.

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